Aunque esta primavera e inicio de verano no han sido precisamente de los más calurosos, estos últimos días hemos sufrido una ola de calor con temperaturas infernales que han superado los 40ºC en muchos puntos. Para soportar esta situación, hemos recurrido al aire acondicionado –el de casa o, en caso de no tener, ¡el de cines, bibliotecas o centros comerciales!– y ventiladores de los que ha sido casi imposible apartarse, a periódicas duchas de agua fría o a darnos un agradable baño en el mar o en el río.
Pero no somos los únicos que hemos sufrido estas elevadas temperaturas. La fauna y la flora que nos rodea también ha experimentado esa molesta situación. En el caso de los animales, muchos recorren a los puntos de agua que encuentran para refrescarse e hidratarse, como ríos, charcos, fuentes o… balsas de riego y contra incendios, las protagonistas de esta entrada. Si bien son estructuras necesarias, desgraciadamente en numerosas ocasiones los animales quedan atrapados en ellas, ya que su diseño imposibilita que estos puedan salir y, finalmente, se acaban ahogando por agotamiento.
Mi anéctoda

Justamente hace poco pasé por una de estas balsas mal diseñadas. Se trataba de una balsa contra incendios sin vallas alrededor, de cemento y con paredes verticales, por lo que, si un animal sediento cae en ella, le es imposible salir. Me olvidé de hacer foto, pero os dejo una foto de una balsa muy similar.
Al pasar cerca de esta balsa, decidimos comprobar que no había ningún animal ahogado en ella. Desgraciadamente, así fue: nos encontramos los cuerpos flotando de una oropéndola (oriol), un escribano triguero (cruixidell), una golondrina común (oreneta vulgar) y el cuerpo de un pájaro joven que por estar en descomposición no logramos identificar.
También vimos un pequeño bulto que sobresalía del agua, que parecía algún objeto. Pero finalmente, nos dimos cuenta que era la cabecita de un avión común (oreneta cuablanca) en apuros: estaba completamente inmóvil, medio agarrado a la pared de la balsa, sacando como podía su cabeza. Desde que llegamos no se había movido, supongo que se mantenía así con las pocas energías restantes para al menos poder respirar. Desconozco cuánto tiempo le quedaría para no aguantar más y acabar como el resto, pero en cuanto nos dimos cuenta lo sacamos enseguida. Estaba vivo, pero completamente empapado.

Lo llevamos rápidamente a casa, y allí lo secamos con ayuda de un secador: con mucho cuidado y con aire a temperatura ambiente (no caliente), nos aseguramos que le quedaba todo el plumaje bien seco. El pajarito se veía bien, tenía energía y quería escapar de nuestras manos: ¡buena señal! Así que volvimos en coche hasta la zona de la balsa para liberarlo, por si tuviera su nido en aquella zona y así pudiera volver fácilmente a él, pero alejándonos un poco de la balsa para intentar evitar que volviera a caer en ella. Lo liberamos y se fue volando enseguida, sin ningún problema y con la vida por delante de nuevo. No conseguí pillar en vídeo el momento en que sale volando, pero se lo escucha cantar al marchar, y voló lejos, hasta el pueblo que se ve en el vídeo, donde se juntó con otros aviones y golondrinas.
La historia de este avión común, que de casualidad encontramos al borde de la muerte y pudimos rescatar a tiempo, acabó con final feliz, a diferencia de las otras aves que encontramos muertas en esa misma balsa y de muchísimos otros animales que mueren silenciosamente en otras muchas balsas mal diseñadas. Aunque muchas balsas ya se instalan con un diseño adecuado que pretende evitar o minimizar el ahogamiento de fauna, aún quedan muchas balsas peligrosas en este sentido. Las balsas mal diseñadas suelen ser trampas mortales para muchos animales, como mamíferos, aves, anfibios y reptiles. Las aves, aunque pueden volar, cuando caen en las balsas se mojan la totalidad de las plumas, por lo que son incapaces de salir volando de nuevo (como fue el caso del avión común, que seguía con vida, pero sin poder salir). Algunos ejemplos de muertes en estas estructuras recogidos en medios de comunicación son el ahogamiento de linces, águilas perdiceras, águilas culebreras, tejones, zorros y ardillas, entre otros.
Posibles soluciones
Es muy importante que, aparte de asegurar que las nuevas balsas que se instalen cumplan con un diseño que no perjudique la fauna, se corrijan las balsas peligrosas ya existentes. Para hacerlo, se pueden instalar medidas anti-ahogamiento como las siguientes:
1- Rampas y redes de salida. Permiten la salida de los animales que han caído a la balsa.
En las balsas de paredes verticales (las más peligrosas), es recomendable instalar rampas que estén dispuestas junto a las paredes de la balsa para facilitar que el animal encuentre la rampa, ya que cuando caen en el agua suelen nadar hacia las paredes y luego pegados a ellas. En este tipo de balsas, se pueden instalar:
– Rampas de cemento, con dos vigas de cemento y ladrillos.
– Rampas de madera. Una solución sencilla y económica. Podéis encontrar dos propuestas de cómo construirlas fácilmente aquí (Asociación Herpetológica Granadina) y aquí (Entre Pinos y Sembrados).
En las balsas de paredes inclinadas, es recomendable poner algún tipo de material en las pendientes interiores de la balsa que facilite la adherencia de los animales, ayudando así a que puedan salir. En este caso, pues, se pueden instalar:
– Rampas de PVC rugoso.
– Redes de salida.

2- Objetos flotantes. Esta medida permite que las aves puedan descansar en estos flotadores, pudiendo beber agua sin tenerse que meter en el agua y, por tanto, sin riesgo a ahogarse. Esta medida es básicamente eficaz para evitar el ahogamiento de aves, pero no tanto el de otros grupos de animales.
3- Vallas a lo largo del perímetro de la balsa. Esta medida evita el acceso de vertebrados medianos y grandes, aunque no evita el acceso de aves.
Evidentemente, lo ideal sería aplicar los tres tipos de medidas en conjunto, para dificultar al máximo que la fauna se ahogue en estas balsas. Si esto no es posible, quizás las rampas y redes de salida serían las medidas que en más ocasiones pueden salvar a los diferentes grupos de animales que pueden quedar atrapados.
En definitiva, aunque estas balsas de riego y contra incendios son muy necesarias, también es necesario asegurarse que su diseño no perjudica a la fauna. Si por casualidad pasáis cerca de una de estas balsas, no olvidéis comprobar si hay algún animal atrapado en ella… Solo conlleva un par de minutos, y… ¡podéis salvar su vida! Y si por desgracia encontráis alguno ya muerto, podéis comunicarlo para denunciarlo y generar repercusión (si nadie lo comunica, estas muertes se darán en silencio y no se hará ninguna mejora). También, si lo veis en Catalunya, podéis introducir estos datos en el módulo de mortalidad del portal www.ornitho.cat o en la app asociada NaturaList, indicando las especies encontradas y la causa de la muerte (que, en este caso, sería ahogamiento).

Esta información es muy valiosa para conocer estos impactos en la fauna e intentar hacer mejoras para evitarlos.
Y hasta aquí la entrada de hoy. ¡Espero que estéis disfrutando de unas vacaciones geniales! ☀